El liderazgo y la narración van de la mano. De hecho, los líderes que carecen de la capacidad de aprovechar el poder y influencia de la narración les falta la esencia misma de lo que representa un liderazgo convincente, para empezar: la historia. Si alguna vez te ha cautivado un orador hábil cuya articulación y elocuencia han influido en tu forma de pensar, entiendes la energía del arte de la historia. Me refiero a la historia como una forma de arte porque lo es. La narración requiere talento y práctica, pero como con cualquier disciplina digna, la inversión produce grandes beneficios.
Una historia es el controlador de nivel raíz detrás de la comunicación exitosa de cualquier mensaje. Un beneficio secundario sutil de las historias bien elaboradas se puede encontrar en su versatilidad: se pueden entregar en persona o por medio de un representante, y en forma visual, textual o verbal.
Las historias son los instrumentos que tiran de tus emociones, hablan de tu lógica, apoyan tus creencias y refuerzan tus posiciones. Las grandes historias desafían, involucran, informan, persuaden, entretienen, movilizan, convencen e inspiran. Los líderes inteligentes entienden las historias que resaltan las oportunidades de aprendizaje y crean experiencias memorables. ¿Está usando la historia consciente y consistentemente para ser un líder más efectivo?
No se puede negar que a todos les encanta una buena historia, y existen numerosas razones para ello. Piense en las novelas que ha leído, las películas que ha visto, los discursos que ha escuchado, los anuncios que han captado su interés o prácticamente cualquier otro mensaje entregado por cualquier otro medio, y es la historia la que cierra el trato o te deja sintiéndote engañado.
Como líder, es su capacidad para contar una historia convincente lo que marca la pauta desde arriba. La historia es el tejido sobre el que se construye la cultura. Le ayuda a establecer con éxito una relación, evangelizar una visión, defender una marca, alinear expectativas, crear equipos, atraer talento, mitigar preocupaciones, aliviar tensiones y resolver conflictos. La historia de un líder debe generar confianza al mismo tiempo que implanta la promesa de su marca en la mente de sus diversos electores de una manera que sea memorable, auténtica, relevante y accionable.
Las historias también son bastante reveladoras. Escuchar atentamente la historia de un líder revelará su carácter o la falta de él. Los líderes falsos hacen un mal uso de la narración en un intento de proteger, amortiguar, distraer, calmar o desorientar. Usan historias para apuntalar su ego, impulsar su agenda y apuntar a sus adversarios. La historia propagada por aquellos que juegan al liderazgo tiene que ver con ellos. Sus historias están entrelazadas con "yo" y "mi" y su enfoque principal es destacarse a sí mismos.
Por el contrario, el uso auténtico y apropiado de la historia tiene un enfoque externo y está entrelazado con "nosotros" y "nuestro" como los principales puntos de énfasis. Los grandes líderes entienden que una historia es más poderosa cuando ofrece esperanza y aliento, cuando inspira unificación y colaboración, y cuando tiene un efecto humanizador. Los líderes inteligentes entienden que contar historias es un método altamente efectivo para crear compromiso, abrir o ampliar el diálogo y encontrar puntos en común. Quizás el uso más valioso de la historia es arrojar luz sobre los demás. Los líderes que utilizan el poder de la historia para reconocer públicamente las contribuciones de los demás simplemente tienen más éxito que los que no lo hacen.
Así que mi pregunta es esta; ¿Por qué no incorporar la narración de historias en su repertorio de liderazgo? Si bien el liderazgo es un tema complejo, todo comienza con la historia: cuéntala bien y triunfa; contarlo mal y fallar. Este es un mensaje simple pero poderoso que le animo a tomar en serio. Finalmente, si bien convertirse en un gran narrador es importante para un líder, también es importante que los líderes se conviertan en grandes creadores de historias.
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